07 diciembre 2023
Al hablar de peluches, es posible que pienses en un juguete infantil, quizás también te imagines los peluches románticos de San Valentín o los premios de las ferias (que terminan en manos de algún peque de la familia), o incluso en un tierno peluche como detalle de recuperación para alguién que está en el hospital.
En un primer momento, no parece que tengan una función más allá de la lúdica o decorativa, sin embargo, los peluches pueden cumplir una importante función psicoemocional ofreciendo apoyo psicológico y consuelo tanto en la infancia como en la edad adulta.
En edades tempranas, el peluche puede jugar un importante papel: el de objeto de transición o de apego. Se trata de un apoyo en el período que empiezan a entender la separación de su madre, padre o tutor y a verse como individuos autónomos.
Esta importante relación de confianza y seguridad que desarrollan los niños y las niñas con los peluches hacen que estos objetos blanditos de tacto aterciopelado sean buenos recursos para calmar el estrés y la ansiedad en momentos desafiadores, como el regreso al cole o una mudanza.
¿Y qué pasa en la edad adulta con los peluches? Aquí es cuando empiezan a llegar los prejuicios, sobre todo al asociar los peluches con la inmadurez. No obstante, esa idea está lejos de la verdad. Si te gusta dormir con peluches o conservas algunos peluches especiales de tu infancia y te gusta apretarlos y abrazarlos cuando sientes desánimo o estrés, no te avergüences. Es normal y beneficioso.
Varios estudios de la última década; entre los que destacan un estudio de la Universidad Vrije de Ámsterdam y uno de profesionales de la Universidad de Bristol publicado en la revista PLOS ONE, muestran cómo los peluches y otros objetos blandos y con textura suave, como un cojín para respirar o una manta de felpa, pueden ayudar a las personas adultas a lidiar con episodios de pánico, ansiedad y sentimientos de baja autoestima.
¿Y qué tipo de peluche puede cumplir con este papel de apoyo y alivio emocional? Los peluches de la infancia, que despiertan la memoria emocional, son una de las mejores opciones. Pero en general, cualquier peluche que sea del agrado de la persona y tenga un buen tamaño para apretar y abrazar, ya sea un clásico oso de peluche, un peluche Stitch grande o un peluche con forma abstracta, puede servir para calmar la ansiedad, ayudar en momentos de estrés o facilitar el sueño.
Los peluches también son usados por algunos profesionales de la psicología en sesiones de terapia con peluches. Son un recurso para conducir sesiones con niños, niñas y personas adultas. En este entorno, el peluche en algunas ocasiones puede funcionar como objeto de apego y reconforto. En otras, puede servir para recrear escenas y permitir que la persona se exprese con más libertad dirigiéndose al peluche. En algunas terapias se usan peluches de la persona, ya sea un animal de peluche o un muñeco de peluche Stitch, pero también existen peluches específicos como los peluches con peso para terapias sensoriales.
Así que si tienes el hábito de buscar refugio en un peluche o conoces a alguien a quien le gusta abrazar y acariciar uno, ya sabes que se trata de un buen apoyo para nuestra integridad psicológica y emocional.
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