Para los griegos, el nombre de este continente que nos acoge procede del de una dama fenicia, habitante de la ciudad de Tiro. Hasta nosotros han llegado dos relaciones míticas parcialmente distintas pero coincidentes en su esencia. Para unos, la joven y bella Europa fue seducida por Zeus, el padre del Partenón griego, convertido para sus ladinos propósitos en un toro blanco e inmaculado, quien la llevó y raptó a la isla de Creta montada a su grupa. Para Herodoto de Halicarnaso, el gran historiador y geógrafo griego del siglo V antes de Cristo, contemporáneo de esa pléyade de hombres ilustres (Aristófanes, Sófocles o Eurípide pasando por Demócrito o por Mirón, Fidias y Policleto e Hipócrates hasta Pericles y Leónidas, sin olvidar, entre otros muchos, a Tucídides o a Zenón de Elea) Europa fue raptada por los minoicos, y llevada igualmente a Creta.
Según cuenta el primero de los mitos, Zeus, enamorado de la joven, se convirtió en un toro blanco y se confundió con el ganado del padre de Europa, de tal manera que mientras ella y sus acompañantes recogían flores cerca de la playa, vio al toro y acarició sus costados y, al notar que era manso, se montó en él. Y el dios griego aprovecho la oportunidad, y llegó a la isla de Creta con Europa en el lomo. Entonces reveló su identidad y la joven Europa se convirtió en la primera Reina de la isla.
Desde su historia más temprana, a la tierra europea, al continenteEuropa, los hombres que en el transcurso de los siglos la habitaron, la convirtieron en un casi permanente escenario de eternos conflictos, de luchas fratricidas, de combates de casi “todos contra todos” en una perfecta y acabada manifestación de la absurda irracionalidad que la guerra, que toda guerra, representa. Ya lo decía Miguel Hernández: “Hoy el amor es muerte, y el hombre acecha al hombre.” Por su parte, el genial Jacques Tati advertía casi con temor: “El militar es una planta a la que hay que cuidar con esmero para que no dé sus frutos.” Y Georges Clemenceau, con su experiencia política, no dudaba en asegurar que “Es suficiente agregarle la palabra "militar" para que una palabra con significado lo pierda. Así, la justicia militar no es justicia, la música militar no es música.”
Y Europa, y los europeos, se vieron abocados de forma trágica a dos Guerras Mundiales. A partir de mediados del siglo XX, la situación parecía que cambiaba y con la Comunidad Europea del Carbón y del Acero se comenzaba a vislumbrar la unión entre los Estados y entre los Pueblos de Europa, a los que se les prometía la construcción de “su Europa”, la formación de la Europa de los Pueblos que conduciría a la creación de una Unión Europea, pensada para hacer posible la aparente deseada idea de conseguir la común integración y la unitaria gobernanza de los Estados y de los pueblos de Europa, estableciendo estructuras políticas y gubernativas supranacionales, en las que las soberanías nacionales quedaban subordinadas a esa Unión Europea, con su Gobierno y su Parlamento Europeo.
Pero ahora, en estos días iniciales de este febrerillo carnavalero y seco, la prensa informa de cómo el Primer Ministro inglés, David Cameron quiere garantizar la soberanía del Parlamento británico sobre las leyes de la Unión Europea, asegurando se propone legitimar “la soberanía del Parlamento británico sobre las leyes de la Unión Europea”. Y ese es su objetivo, ya defendido en el Parlamento inglés y propósito de negociación con las restantes estructuras. de los lazos con el bloque regional. "Estoy dispuesto a hacer incluso más para disipar cualquier duda de que la Cámara de los Comunes -la cámara baja del Parlamento- es soberana. Intentaremos hacerlo al mismo tiempo que concluimos las negociaciones", en base al borrador redactado por el presidente del Consejo de Europa, Donald Tusk, que será discutido en la Cumbre que se celebrará a mediados del presente febrero.
No sabemos cómo se van a desarrollar las negociaciones que, de antemano, parece contar con el beneplácito del Presidente Juncker para el que los objetivos del Reino Unido son “justos” para todos.
Sin embargo, para el ciudadano de a pie, que ha visto, que hemos visto como se constituía y fortalecía la “Europa de los Mercaderes” y se avanzaba poco en una débil y enfermiza “Europa de los Ciudadanos”, los propósitos del Reino Unido, y la que parece su aceptación, surge como un mortífero torpedo a la línea de flotación de la Unión Europea. Si las soberanías nacionales priman sobre la Unión Europea, la vuelta a los individualismos nacionales y a las preeminencias de los intereses particularistas de cada nación frente a los colectivos, la vuelta a la vieja Europa, dividida y fragmentada, parece aproximarse al vivir de los europeos.
Pero, a lo mejor, nos alarmamos infundadamente. En carta dirigida a los Jefes de Gobierno de los Estados Miembros, el Presidente Juncker no duda en señalar: “Mantener la unidad de la Unión Europea es el mayor de los desafíos para todos nosotros y también el principal objetivo de mi mandato. Con ese espíritu presento una propuesta para un nuevo encaje del Reino Unido dentro de la UE, que, a mi modo de ver va realmente lejos en el intento de satisfacer todas las inquietudes planteadas por el primer ministro Cameron. El límite que no he franqueado, sin embargo, es el de los principios fundadores del proyecto europeo.”
Pero la realidad resultante deja pocas esperanzas. El Primer Ministro Cameron, a la conclusión de las negociaciones con los restantes miembros de la Unión Europea ha declarado: “El Reino Unido estará permanentemente fuera de una unión más estrecha, y nunca será parte de un superestado europeo."Nada sorprendente, cuando ya había manifestado: “Habrá acuerdo si Reino Unido obtiene lo que necesita” Y, como ha señalado alguna prensa nacional, “Cameron se lleva el gato al agua para tratar de frenar la entrada de inmigrantes que, supuestamente, ponen en peligro el Estado de bienestar británico: la UE le permite desde hoy discriminar a los trabajadores en función de su pasaporte.”
De forma similar, Sami Naïr, también desde las páginas de “El País”, se preguntaba: “¿Quién paga el chantaje británico?” y su resumen parece mostrar un nuevo y cada vez más dramático episodio de este moderno Rapto de Europa: “El regateo siempre repercute en los mismos, los asalariados y sus derechos sociales.”
Tal vez, la posible mejor valoración la proporciona el mismo Primer Ministro en sus declaraciones desde Londres, en las que según recoge El Mundo, “Se jactó de quedar fuera de las cosas "que no funcionan para nosotros, como las fronteras abiertas, los rescates y el euro". Presumió de tener "lo mejor de dentro y de fuera", del papel catártico de Reino Unido, de haber domesticado a la bestia burocrática y de llevar las reformas a Bruselas.
Y, al lado, otras informaciones en títulos igual de preocupantes: “Detenidos en un centro de refugiados en Alemania dos argelinos vinculados al Estado Islámico”; “El cerebro de los atentados de París pensaba atentar contra una guardería.” o “Grecia se levanta en la tercera huelga general contra el gobierno de Tsipras.” Y todo ello, mientras “Ninguna mención a los derechos humanos en la visita de Castro a París.” Y, según parece, diez mil niños refugiados, que buscaban asilo en Europa, han desaparecido.
Y en el recuerdo, no olvidemos la que fue realidad en las elecciones al Parlamento europeo del 25 de mayo de 2014, en las que según datos oficiales, la abstención se situó más allá del 66 %, aún superior a la de 2009 (63,22 %) y la mayor en todos los procesos electorales lusos. Y esta realidad no parece, en modo alguno, exclusiva de Portugal y el total de las abstenciones alcanza el 56,91 % frente al ya muy elevado 56,61 % registrado en las pasadas elecciones de 2009. Y hay otros significativos hechos, de momentáneo complejo análisis, pero que en modo alguno se deben olvidar: las victorias de la extrema derecha en Francia, donde el fracaso de conservadores y socialdemócratas posibilitó (o tal vez a la inversa) la victoria del Frente Nacional de Marine Le Pen, que ha alcanzado más del 25 % de los votos y 22 europarlamentarios, mejorando en cerca de 20 puntos los obtenidos en 2009;en Dinamarca, donde el ultranacionalista y xenófobo Partido Popular Danés ha ganado las elecciones europeas con el 23,1%, relegando así a los socialdemócratas en el poder al segundo lugar y de la extrema izquierda; en Grecia, en la que la izquierda radical liderada por Alexis Tsipras, candidato a la presidencia de la Comisión Europea, ganó las elecciones al Parlamento Europeo, con una ventaja de más de tres puntos (el 26,5% frente al 23,2% alcanzado por los conservadores de Nueva Democracia, del primer ministro Andonis Samarás. Por su parte, los neonazis de Amanecer Dorado se constituyen en la tercera fuerza política.
Sin olvidar la considerable subida de votos de los “euroescépticos”, con especial relevancia de de los resultados del Reino Unido en el que los antieuropeo del Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), obtienen unos excelentes números. También en los resultados alemanes hay elementos sorprendentes: AfD se ha convertido en la gran revelación de los comicios con un discurso euroescéptico hasta hace poco tabú en Alemania y Votantes Libres obtuvo otro eurodiputado con propuestas en la misma línea. Sin olvidar que el NPD, un partido que engloba a la mayoría de grupúsculos neonazis alemanes, por vez primera alcanza el Parlamento europeo, cuando sólo había obtenido algún escaño de algún Estado federado alemán.
Y, como en la prensa se escribió, parece nos hallamos ante una “Europa descentrada”, en la que se registra “la eclosión de una corriente de malestar y rechazo que se hizo especialmente visible en Francia, Reino Unido y Dinamarca”. Y, todo ello sin olvidar que
“El mismo triunfo del Partido Popular Europeo, que pierde decenas de escaños, da cuenta del grave momento que atraviesa la Unión y de su alejamiento de los ciudadanos. Las elecciones de ayer mostraron también en Europa y en España que el bipartidismo está en horas bajas, pero todavía no se desploma.”
Estas poco gratas valoraciones no están ligadas, en modo alguno, a losresultados de las elecciones al Parlamento Europeo de 25 de mayo de 2014. Ya meses antes, Ulrich Beck, Una Europa alemana, Paidos, Madrid, 2013, había destacado como las reglas primarias de la democracia europea se encontraban hasta reprobadas de tal modo que se transmutaban, arrollando parlamentos, gobiernos e instituciones de la Unión Europea. Beck habla del nacimiento de un monstruo político: una Europa alemana y advierte de que la Europa presente será incapaz de mantenerse en los rudos escenarios de un mundo y de una economía globalizados.
Por su parte. José Ignacio Torreblanca, Profesor de Ciencia Política en la UNED, director de la oficina en Madrid del European Council on Foreign Relations y columnista de EL PAIS
http://blogs.elpais.com/cafe-steiner/2013/05/una-europa-alemana.html,
al comentar el pensamiento de Ulrich Beck destaca la idea de que Europa va más allá de una mera empresa económica: es una construcción basada en la historia y en la cultura.
Beck es claro en sus críticas y afirmaciones: “En la altanería de los europeos del norte frente a los supuestamente vagos e indisciplinados europeos del sur se revela precisamente un brutal olvido de la historia y un alto grado de ignorancia cultural”
Alemania no manda, educa. Pero como se queja Beck, “el titubeo, eladiestramiento y el aleccionamiento continuado destruye la confianza recíproca de los ciudadanos” y concluye advirtiendo de que en esa Europa “no merecerála pena vivir”.
¿Hay esperanza? se preguntaba José Ignacio Torreblanca. Él mismo seresponde en palabras de Beck, quien considera que estamos obsesionados con una Europa vertical, la de las instituciones, “que es una casa llena de habitaciones vacías” y por el contrario desconocemos la Europa horizontal, la Europa de los ciudadanos.
