A lo largo de los dos últimos años, el Museo Provincial de Bellas Artes, esa espléndida institución de la Diputación de Badajoz, ha dedicado sus atenciones y preocupaciones expositivas a tres artistas extremeños, probando así los deseos de sus responsables institucionales y, de modo especial, el profundo interés y profesionalidad de quien ejerce con tanto acierto las funciones directivas y las de Comisaria de esta Exposición.
La primera de estas Exposiciones fue la dedicada al escultor Luis Martínez Giraldo, de quien entre los meses de marzo y de abril del pasado 2017, se mostraron a la pública contemplación partes esenciales y fundamentales de un trabajo desarrollado a lo largo de su quehacer artístico, aquellas obras que por su disponibilidad podían exponerse ya que trabajos maestros del artista se ubican -adornan, honran y embellecen- en espacios de diversas ciudades de tal forma que resultan de imposible exposición en la sala de un Museo.
Le sucedió la que fue primera de las exposiciones antológicas que la Institución museística provincial dedicaba a la producción y al dilatado quehacer pictórico y docente de una mujer artista, a María Teresa Romero, de la que se expusieron, en la primavera de este 2018, trabajos de su dilatada trayectoria artística, numerosos retratos que han constituido el primer y más destacado campo de trabajo de la artista.
Entre ambas, para completar una tarea excepcionalmente intensa y de sólidos frutos, desde casi finales de septiembre de 2017 hasta los primerísimos días del presente enero, se expuso una destacada muestra de la pintura flamenca, presente en parte de los cuadros de la Colección Gerstenmaier, un paseo desde el siglo XV hasta principios del siglo XVIII, que con el título DE RUBENS A VAN DYCK, Pintura flamenca en la Colección Gerstenmaier.
Y ahora…después del escultor extremeño, después de la pintora y retratista extremeña, con el “aperitivo” –ahí es nada, Rubens y van Dyck- un pintor extremeño, … un hombre, otro excepcional extremeño, un artista del siglo XVI, casi con seguridad, muy probablemente nacido -y fallecido- en la ciudad de Badajoz, donde residió gran parte de su vida y en la que por personal decisión ubicó su taller.
Un pintor extremeño, me atrevería a decir que el más destacado -o uno de los más destacados- de los pintores nacidos en la tierra extremeña,… porque ahora, los esfuerzos, los trabajos y la casi obsesiva dedicación de la gente del MUBA han posibilitado y permitido que podamos contemplar, y disfrutar, de algunos pocos de las magistrales cuadros de LUIS DE MORALES, EL “DIVINO”.
Se exponen trece cuadros salidos de las manos de Morales. Trece cuadro, alguno de ellos nunca contemplados en la ciudad de Badajoz, donde a lo mejor tuvieron su origen y aquí fueron elaborados. Obras maestras que, como multitud de extremeños, fueron obligados a emigrar. Además de sendas obras custodiadas y expuestas en el Museo de la Catedral de Badajoz (La Piedad y Los estigmas de San Francisco), se muestran pinturas procedentes de ámbitos tan diversos como el lisboeta Museo de Arte Antiga un Ecce Homo o Senhor da Cana Verde; del Real Colegio-Seminario del Corpus Christi-Museo del Patriarca, de Valencia, dos obras (Tríptico Juicio del Alma de san Juan de Ribera, Virgen Dolorosa y san Juan Evangelista y Cristo con la cruz a cuesta); de la madrileña Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Cristo ante Pilatos o Cristo ante dos sayones. El Museo del Prado aporta cuatro obras: La Virgen de la Leche, un retrato de San Juan de Ribera, La Adoración de los Reyes Magos y Adoración de los pastores; de colecciones particulares (Virgen vestida de gitana con el Niño, Sagrada Familia de la rueca, una Piedad) así como dos obras, propiedad del propio MUBA (La Piedad, del último cuarto del siglo XVI y un Ecce Homo, de finales del XVI), obras ambas de un seguidor de Morales y que hasta hace escaso tiempo eran consideradas como realizadas por Luis de Morales.
Hoy, sin embargo, puede asegurarse la atribución de la autoría de ambas obras a discípulos seguidores del Maestro, gracias al análisis técnico que firmado por cuatro especialistas (Maite Jover de Celis, Laura Alba, María Dolores Gayo y Jaime García-Maíquez) certifican, con el estudio de los soportes de los cuadros, desde las maderas elegidas, las técnicas de su ensamblaje hasta el momento en que el tablero llegaba al taller del artista y, además, de los materiales de la pintura.
Estos estudios de los cuatro especialistas citados, con una abundante muestra de paneles explicativos, conteniendo los resultados de los análisis espectográficos y de las reflectografías infrarrojas de diversas obras, ya del propio Morales o de sus seguidores, constituyen una segunda parte de la Exposición, ubicada en la una amplia sala de primera planta del Museo, un interesante y poco visto complemento en el que se muestran métodos de estudios y de análisis de la obra artística usando modernos y hasta espectaculares instrumento esenciales para dilucidar las dudas que en cada obra pudieran encontrarse. Por ello, creo que esta parte de la Exposición constituye una significativa, y didáctica, muestra de unas realidades poco conocidas por los que somos muy profanos en estas técnicas novedosas que ilustran sobre los pigmentos usados por los artistas, sobre sus posibles dudas, sus “arrepentimientos” en el momento de plasmar en la tabla su inicial idea y las restauraciones en algún momento efectuada sobre la obra original.
Los precedentes análisis, en un estudio que me parece, que es modélico, constituyen parte importante y destacada de un bello, didáctico y muy cuidado Catálogo en el que a más de sendas presentaciones del Presidente de la Diputación y de la Directora del MUBA-Comisaria de la Exposición, María Teresa Rodríguez Prieto, se incluye, además del precedente, trabajos de Dionisio Á. Martín Nieto que investiga y reflexiona sobre Badajoz y Morales, la ciudad y e¡ pintor: de Florencio Javier García Mogollón quien se detiene en estudiar las relaciones entre El pintor Luis de Morales y los obispos don Francisco de Navarra y Hualde y don Juan Enríquez de Ribera y de los Pinelos; y de la que fuera Comisaria de la Exposición que sobre Morales celebró el Museo del Prado. Leticia Ruiz Gómez que en su investigación Luis de Morales, el pintor de lo divino, presenta unos “Apuntes para una biografía de Luis de Morales”, así como sobre “La formación y fuentes artísticas de Morales”, concluyendo con sendos apartados “Morales, maestro de retablos” y ”Las obras devocionales de Morales”, precedidos de unas breves pinceladas en las que intenté perfilar y aproximar al lector al Badajoz del siglo XVI, a El Badajoz de Luis de Morales. Todo ello con muy cuidadas reproducciones de obras del pintor, así como una extensa bibliografía.
Aunque es mucho lo que queda en el tintero, poco que añadir. Sólo aconsejar una reposada visita a ese viejo convecino que regresa, …a Luis de Morales.
Porque no olvidemos lo que pensaba Renoir: La pintura se aprende en los Museos" ya que "La única forma de entender la pintura es ir y verla.” Sólo así comprobaremos la cierta afirmación de Leonardo, “La pintura es poesía muda; la poesía pintura ciega”.