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NUEVA VIDA PARA EL HOSPITAL DE SAN SEBASTIÁN

25 mayo 2016

Ni por mi formación ni por mi vocación estoy versado en la teoría o en la técnica del urbanismo ni tampoco me interesaron de manera especial las cuestiones relacionadas con los elementos constructivos o con los estudios de sus realidades estructurales.

Ni por mi formación ni por mi vocación estoy versado en la teoría o en la técnica del urbanismo ni tampoco me interesaron de manera especial las cuestiones relacionadas con los elementos constructivos o con los estudios de sus realidades estructurales. Fueron otras temáticas del pasado las que me atrajeron y en las que gozosa y felizmente consumí largos períodos de mi vivir, y del tiempo que debería haber dedicado a mi familia, ocupado y preocupado en traer a este tiempo nuestro algunas de las estructuras profundas de ese tiempo pasado, de esas gentes que nos precedieren el suelo que hoy nos acoge. Esa era mi intención cuando investigaba sobre la población de la ciudad de Badajoz en los Tiempos Modernos o sobre la dura problemática que condicionaba a la región extremeña como tierra de frontera a lo largo de los siglos de los Tiempos Modernos. 0 vislumbrar, siquiera levemente, las formas educativas de la instrucción y de la educación primaria y su evolución en la Extremadura de ese tan convulso siglo XIX.

Pero, como en una de sus comedias declaraba Publio Terencio por boca de su personaje Cremes, “Homo sum, humani nihil a me alienum puto” -Hombre soy; nada humano me es ajeno"- me ha parecido de mi obligación manifestarme sobre el Plan Director para ocupar el Hospital Provincial de San Sebastián, en la ciudad de Badajoz. Me pareció una buena idea en la exposición que sus autores efectuaron; válidamente asumida en las medidas y bien ponderadas intervenciones de los responsables municipal y autonómico y en las palabras del responsable provincial. Por ello me he atrevido a opinar.

Y también, porque entiendo que la futura intervención en el Hospital de San Sebastián ha de ser altamente beneficiosa para su futuro, inmediato y a largo plazo. Nada podrá dañarlo más que el abandono al que ha estado sometido y obligado en estos años pasados.

Y no es una personal opinión, que si comparto y asumo en su integridad. El 20 de junio de 2013, en el blog El Badajoz de HOY, la entrada Hospital en ruinas, se iniciaba con estas palabras: “Un edificio cerrado siempre es un problema. Basta comprobar el deterioro que sufre el Hospital Provincial de Badajoz para entender lo importante que habría sido mantenerlo en uso mientras se le buscaba una nueva utilidad.”

En el mismo blog, unos días antes, el 27 de mayo, Natalia Reigadas firmaba una entrada con el sugestivo título de Barra libre de cobre que comenzaba así: “El Hospital Provincial de Badajoz se ha convertido en una barra libre de cobre. Los ladrones se dedican a arrancar el cableado de las paredes para robarlo y venderlo en las chatarrerías donde este metal se cotiza muy bien.”

Y denunciaba: “La situación de este edificio, sin mantenimiento ni objetivos ni vigilancia, es lamentable. Mientras los ladrones pasean sin problemas por su interior, hace cuatro años que no se permite entrar a los medios por lo que no hay imágenes del estado del antiguo Hospital Provincial de San Sebastián. No será Parador Nacional…”

Evaristo Fernández, mismo blog, 6 de mayo de 2014, concluía su entrada “Gregorio el zapatero” con esta reflexión: El casco histórico de Badajoz es un ejemplo claro. Tantos años duró el abandono, que la única solución ahora es meter una excavadora y edificar desde cero.

Badajoz es una ciudad especialista en abandonar inmuebles en buen uso. Ha ocurrido con el Hospital Provincial y pasa con otros edificios en los que bastaría ‘coser un pespunte’ y ‘reforzar el forro interior’ para prolongar su vida útil. Sólo hace falta un buen ‘zapatero’ que sepa reconocer el auténtico valor de las cosas.”

Por ello, esa futura intervención en el Hospital Provincial me parece digna de ser destacada, cuanto más, viene avalada por el entendimiento de las Administraciones, desde la local a la nacional, con el que parece claro propósito de conferir valor y utilidad a un edificio de peculiares características, en el que confluyen actuaciones constructivas muy pretéritas con otras, a lo mejor más numerosas, de hace pocas décadas y que con menos años que los que ahora me acompañan, pude contemplar como curioso espectador.

Porque se trata no sólo de evitar situaciones y coyunturas del pasado cercano que impidieron su conversión en el Parador de Turismo proyectado. El propósito de incorporar, de integrar, todo el conjunto en la ciudad de Badajoz lo considero interesante. Y confío –estoy seguro de ello- en que esas intervenciones respetarán los valores constructivos, patrimoniales e históricos. Cuanto más, se han puesto en marcha las iniciativas precisas para que todos los ciudadanos puedan manifestar su valoración del proyecto y aporten, como es deseable, sus propuestas de soluciones a su hipotética negativa valoración. En definitiva, que vayamos un poco más allá del “eso no me gusta”.

Me preocupa y me inquieta una pregunta que he visto formulada no hace mucho. No creo sea original ni de aquí ni de ahora. Me atrevería a decir que a lo mejor, casi con seguridad, a los largo de los tiempos pretéritos, los moradores de este Badajoz que hoy nos acoge, como los de otras infinitos espacios, se habrán planteado y habrán reflexionado sobre la que era la esencia de “su” lugar de asentamiento.

¿Cuál sería la esencia de su núcleo vivencial para el hombre prehistórico que ocupara el que se convertiría en Cerro de la Muela? ¿Qué sería lo esencial de la tierra que habitaban para aquellas gentes que parece siguieron ocupándolo cuando la ciudad todavía no existía? ¿Cómo sería la aceptación de las nuevas realidades que ante sus ojos se desarrollaban para esos anónimos pobladores del Cerro de la Muela cuando unos nuevos grupos humanos, cuando los musulmanes, estaban erigiendo esta ciudad, tan distinta y tan diferente a la pretérito?

¿Y cuál sería el pensamiento de aquellos otros que, andando los tiempos, veían como se abandonaba la vetusta Alcazaba y los responsables municipales de su Concejo ciudadano mudaban de residencia oficial? Posiblemente hubieran deseado, y con seguridad habrían expresado los descontentos que ese daño grave que la esencia de su ciudad recibía porque la historia y la identidad de “su” Badajoz estaba siendo duramente modificada, de tal forma que no cabía la vuelta a lo abandonado. Y siempre, hasta que el paso del tiempo interiorizara esas realidades que constituirán la nueva esencia de la ciudad.

Porque, en definitiva, lo esencial se modifica en profundidad con el transcurso de los tiempos. El paso del tiempo bajo el arco de la Historia modifica y transforma las más profundas realidades estructurales. La esencia de los tiempos medievales, por ejemplo, fue muy distinta de la esencia barroca. O de la que había sido esencia latina. Tal vez por ello, no sea ideal argüir la esencia de algo para tratar de frenar su modificación.

Los cambios nos resultan, nos pueden resultar, dolorosos. Y quizás los percibamos como la modificación y el proyecto más negativo que se pueda acometer, con el que destruiremos todo el pasado. Pero…recordemos las protestas de los parisinos por la estructura de la Pirámide del Louvre, ubicada en el patio del Museo. La controversia y la polémica marcaron su nacimiento. El contraste de estilos entre la modernidad del vidrio y el clasicismo del museo consumió montañas de papel que pasaban del rasgarse las vestiduras de los detractores a quienes disfrutaban de la belleza originada en la yuxtaposición del contraste entre lo antiguo y lo nuevo, entre lo clásico y lo ultramoderno.

Y qué decir de los mordaces y durísimos comentarios de los parisinos del momento cuando veían alzarse aquel horrible monstruo de hierro que el ingeniero Eiffel levantaba para la Exposición Universal de 1889. Los ejemplos serían diversos. ¿Qué duras oposiciones y feroces críticas parece que hubo de soportar el World Trade Center neoyorquino y sus Torres Gemelas cuando allá por los comienzos de la década de 1970 se proyectaban como edificios más alto que el mítico Empire State Building y modificaban el sky line de Nueva York, desgraciadamente, no para siempre?

Pero tenemos ejemplos más cercanos. Allá por la década de 1930, la autoridad municipal de la vecina Vila Viçiosa derruía unas serie de edificaciones que se habían levantado en uno de los lados más cortos del actual Largo da República, el opuesto a la Iglesia de San Bartolomé, para así poder exentar la entrada, con sus majestuosas torres abaluartadas, al castillo de la villa, mandado construir en tiempos del rey Dinis en el siglo XIII.

Las Galerías ubicadas en lugares emblemáticos son realidades bien conocidas en otros parajes urbanos. Como la milanesa Galería de Víctor Manuel II situada entre la impresionante estructura de la Plaza del Duomo y la Piazza della Scala.

Termino. Por lo oído en su presentación y por el análisis del Plan Director creo encontrarnos ante un válido proyecto, que habrá de ser objeto de análisis y de estudio por otras personas e instituciones, que, con seguridad, lo completarán, lo enriquecerán y, lo que me parece esencial, le darán un uso al edificio, con lo que los peligros de su abandono y de la soledad sufrida y padecida en los últimos años, habrán desaparecido.

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