El gozoso firmamento que envuelve el Valle de Jálama, custodia un habla única en el mundo, paisajes con olor inmaculado proporcionados por aguas risueñas, bosques profundos, y una manifestación impecable de adaptación arquitectónica a este medio natural: os chozus. Rudas construcciones humanas habitadas por pretéritos pastores y campesinos que establecían un vínculo de intimidad con el entorno natural de la Sierra de Gata.
Este vestigio de la cultura celta, posee en San Martín de Trevejo, Eljas y Valverde del Fresno, una morfología circular anexa a una composición granítica mayoritariamente. De tamaño medio principalmente, su uso más frecuente era el de vivienda en época estival o refugio frente a los climas adversos. Todavía puede observarse como en algunos chozus de San Martín de Trevejo se conserva la pedra do fogu (losa donde se establecía una hoguera). La austera vida que tenía lugar en estas estancias se describe como una continua jornada laboral, que sólo finalizaba al caer el sol, donde sus moradores reposaban en unos enjutos camastros protegidos con curtidas pieles de la oscura noche.
Desde hace unas décadas, este tipo de construcciones han caído en el olvido, como consecuencia del desuso y de la evolución de las prácticas agrícolas y pastoriles. De la vida de los antiguos pastores del Val de Xálima, queda apenas el recuerdo de quienes vivieron su infancia en estos alzamientos prerromanos, los cuales custodian en sus cimientos la auténtica esencia de la cultura popular de este hierático valle.
Con su posible desaparición, se perderían unas formas de vida protagonizadas por un remoto factor humano rural, protagonista del tesoro cultural heredado de os tres lugaris. Asimismo, la buena conservación que algunos chozus ofrecen, y la restauración de otros, brindan un importante atractivo turístico que consigue sumergir a quien los visita en la vida cotidiana que definía la esencia de sus antepasados.