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La ruta hacia “el Dorado”

17 marzo 2017

La exquisita Sierra de Gata ha sido desde tiempos pretéritos un lugar recóndito, elegido por muchos, para ocultar sus tesoros...

La exquisita Sierra de Gata ha sido desde tiempos pretéritos un lugar recóndito, elegido por muchos, para ocultar sus tesoros. La fiebre de la búsqueda de erarios formados por cofres repletos de joyas y oro, cruzó el océano y se extendió desde España hasta sus colonias. En Puerto Rico, allá por el año 1855, se seguía con desazón y diligencia los avances producidos en la búsqueda de un importante tesoro llevada a cabo en la plaza de Tirso de Molina, Madrid, conocida por aquel entonces como la plaza del Progreso, nombre del que gozó hasta el inicio de la dictadura franquista.


La correría incesante que sobre este legendario tesoro recayó, se remonta en el tiempo hasta el año 1801, cuando una persona acaudalada de Madrid entregó con mucho sigilo al padre fray Raimundo Pérez de Acosta, sacristán del convento de la Merced (erigido en aquella fecha en dicha plaza del Progreso), una caja de plomo cerrada que contenía inmensos tesoros en pedrería y joyas de mucho valor que el acomodado madrileño, conocido como “el sobrino del Indiano”, había heredado de un tío suyo gobernador de Nueva Granada.


Este hombre, célibe y joven aún, cansado de la vida ociosa de la corte y deseoso de vivir aventuras fuera de Madrid, decidió tomar parte en la guerra de la Independencia que por aquel entonces tenía lugar en España. El sobrino del Indiano obtuvo una plaza de alférez en un regimiento de provinciales y, prudentemente, antes de salir de Madrid para Extremadura, hizo testamento encargándole al padre Pérez que, si moría en la campaña, entregase el tesoro a una descendiente suya por línea materna, la señora Aurora Pimentel y Trespalacios, la cual residía en el Perú. Salió a campaña el alférez y, sorprendido por los franceses el destacamento del que formaba parte en la falda de la Sierra de Gata, fue pasado por las armas.


Es preciso indicar, que durante la guerra de la Independencia la Sierra de Gata vivió una serie de importantes sucesos debido a su estratégica situación fronteriza, la cual permitía el paso de tropas hacia Portugal. Nada más iniciarse el conflicto, el general francés Lapisse, haciendo uso del fastuoso paisaje que esta sierra poseía y posee, bajó por el puerto de Santa Clara rozando Jálama, y llegó a San Martín de Trevejo, tiranizando a su paso el convento de los padres Capuchinos de San Miguel Supra Tagum en el periodo de tiempo transcurrido entre el 20 y 21 de junio de 1801.


Volviendo a nuestra historia de tesoros y talegas, ocurrió que pasó el tiempo y el padre Acosta no volvió a recibir noticia alguna de su amigo, por lo que continuó guardando religiosamente el tesoro que quedaría para siempre en su propiedad. Tras ocho o diez años de celosa custodia de este dorado, el padre Acosta fue víctima de unas fiebres y próximo a morir, comunicó su secreto y el lugar donde tenía oculto el tesoro a un hermano lego muy devoto, conocido por el atributo de “el Santo”. Tras acontecer la insurrección militar en Cabezas de San Juan al mando del militar Rafael del Riego en el 1820, y con la llegada del Trienio Liberal, los frailes del convento donde habitaba “el Santo” abandonaron el lugar dejando el tesoro oculto en uno de los sótanos. Tras la vuelta del absolutismo, los frailes regresarían de nuevo al lugar recuperando el cofre.


Cuando infortunadamente “el Santo” enfermo de pulmonía, dejó escrita una carta para un hermano suyo residente en Mahón (Menorca), dándole las instrucciones necesarias acerca del tesoro del que era depositario. La avanzada edad del mahonés le impidió viajar hasta Madrid. Su secreto, junto a él, murieron si sucesión.
Finalmente, sin saber por qué medios, la venturosa carta llegó a manos de un pobre jornalero que dio a conocer el secreto guardado celosamente durante tantos años por codiciosos religiosos. A partir de ahí, comenzó una incesante búsqueda de este dorado bajo una fiebre áurea que envolvió todo Madrid, pues ¿qué hombres ha habido en el universo que tal pretensión no tuviesen?

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